sábado, 4 de octubre de 2025

Seré, pues, como el monje budista

 Con la cara desencajada, borracha, en chándal, sin maquillar, trasnochada, desnortada, absurdamente locuaz. R. dijo ¨dale un beso¨, y él me lo dio sin dudar. No me quiere él. Pero yo a él sí. Sé que no soy su tipo, ni tengo su edad, soy demasiado vieja, soy demasiado casi su tía. Realmente un hombre podría follarse a un puto cadáver dado el caso. 

Me preocupa que se avergüence. Hace unos meses trajo a una chica bastante gorda a casa y los comentarios fueron de avergonzarse. Me encantaría hablar con esa chica. Ojalá para ella significara lo que para él, un polvo de una noche y ya está pero, ¿y si ella sintió algo más? No sé. Quizás las gordas han asumido que nunca serán nada para nadie. En eso no estoy tan lejos de las gordas, a fin de cuentas peso 66kg en un mundo en el que el preciado objeto de deseo es un cuerpo por debajo de los 55kg. En todo caso, lo ofensivo no sería ser como la gorda, para nada, un cuerpo al que follarse, lo ofensivo es que llevo viviendo un año con él y ¿cómo, cómo? ¿Que no me quieres nada? ¿Cómo, cómo? ¿Que me metes tres noches seguidas en tu cama tras convivir conmigo durante un año y soy exactamente igual que el polvo de una noche? ¿Cómo, como? ¿Que catas las mieles de mi piel y mis besos de plata y no te enamoras perdidamente de esta mujer 14 años mayor que tú? Pues claro que no, chica. Si eres un cuadro, no hay más que verte. 

Los hombres pueden tenerte cariño así: un poco menos que a su perro. Pero te cogen cariño, claro. Nunca te quieren de verdad, eso sería impensable, nunca van a ver más allá de tu cuerpo, o de tu coñito loco, o de algún carácter tóxico completamente irracional que les vuelve locos, pero ojo, no es amor, es otra cosa. Amor le tienen a Messi. Pero yo no quería hablar de esto. Quería hablar de que no me quiere él pero yo a él sí. Quiero abrazarle y hacerle cosas agradables, ser dulce. Cuidarle, dejarle bombones al lado de su PC gamer, ojalá ser el lugar al que llega cansado y reposar él la cabeza sobre mi hombro y ser yo quien le acaricia la cabeza hasta que se duerme y le da besitos en la frente. Ojalá ser yo lo que él sueña, lo que él quisiera tener al llegar a casa, ¿te imaginas? Qué puta cosa loca. Significar algo para un hombre. Significar, significar y significar todo el rato, ¿te imaginas? Qué puta locura. Parece mentira que tengas la edad que tienes. 

Verdaderamente, en la vida, no se aprende nada, sólo se asume que es la forma de ser de una, y una se va calmando, y se va adaptando, y va reduciendo el ego y ya está, sólo es eso, pero aprender se aprende muy poco porque las ilusiones son las ilusiones y una las tendrá hasta el día de su muerte, aunque sea una vieja horrible y arrugada y llena de achaques, va a seguir una ilusionada con algún viejo o algo así. Lo que toque. En mi caso era mucho pedir: que me quieran y cercenarle la juventud a un pobre niño de 23 años. La verdad es que era el colmo de la delusion. 

Lo bueno de esto es que soy capaz de amar, es que no voy a cambiar nunca y voy a lanzar mi amor cual cóctel molotov hacia el puente, por si llega. Porque es mejor que llegue a que no llegue y yo siempre voy a preferir eso. No me atreveré a dejarle el bombón (entre otras cosas, sería invasión de su intimidad porque deja siempre la puerta cerrada) pero soy puto capaz, me puto cabe tener ese pensamiento cuando me compro una caja de bombones que deberían ser para mí y solo para mí, pero pienso que sería bonito, pienso que sólo el acto en sí merece la pena, el acto en sí de hacerlo por lo que siento yo, lo que me hace sentir a mí y ya está. 

Estar en este piso me hace mucho mal. No sólo por esto, es la influencia de los colombian kings y la poca sintonía que existe entre nosotros. Pero qué le voy a hacer, sólo me queda aprobar el examen. Sólo me queda mi atalaya de amor intelectual e imposible que una vez fue - y dejó de ser- para volver a serlo otra vez, siempre con el miedo de que algo físico pueda volver a repetirse. Siempre con el peligro en casa. Siempre con la realidad estrepitosa en la puta cara, siempre volver al recoveco del modo monje budista. Hasta ese recoveco es estresante. Esa contención y esta evolución de la tensión es estresante e innecesaria. Pero es lo único que puedo hacer. ¿Qué más podría hacer? Me siento absolutamente atrapada en esta casa barata llena de gente que no me entiende y que se acuesta conmigo como si yo fuera una puta niña de una noche.  

miércoles, 24 de septiembre de 2025

Haré todo lo que pueda y un poco más de lo que pueda si es que eso es posible

 Hoy quise ir a ver a mamá al hospital. Ayer le dije que no iría porque quizás esto está siendo too much. Hace apenas una semana que salí de la depresión y lo que ha pasado con Dani me ha dejado devastada. Igualmente, tenía que ir a por su DNI a su piso, y allí he empezado a investigar qué cosas podía llevarle al hospital. He descubierto un diario impactante por los cambios y la irregularidad casi ilegible de la letra, en que mi madre hace un intento por estructurar su día, como si tuviese una vida, hablando de lo poco que le pasa, de mí, del telediario, de que apenas puede moverse, del dolor que siente. Lo peor ha sido encontrar una carta de última voluntad, con el teléfono de mi hermano y el nombre del seguro de vida fechada un día antes de que se cayera y la ingresaran de urgencias. 

Apenas he llorado, logro llorar con pequeños flashes mentales que me activan el resorte del llanto, como el recuerdo de Malta, mi vida en Madrid con Marina y en la universidad, mi infancia solitaria y la falta de madre. Pero según me alejo de la cama me va siendo cada vez más complicado alcanzar ese llanto largo y reparador que había conseguido estos días: cuando estuve depresiva, cuando Dani me dijo que nanai, cuando salía del hospital los primeros días. 

He activado el todo sola, como siempre. Durante las semanas en la cama, estuve meditando acerca de si era capaz matarme realmente. Al ser la respuesta negativa, después meditaba entonces que no quedaba más remedio que salir de ese estado, sin contar con nadie, tal y como viene siendo mi vida. Y lo estoy consiguiendo: voy ordenando parcialmente la habitación, manteniéndola limpia, hago lo que puedo con las horas de sueño, no me exijo despertarme de repente a las 8 de la mañana, estoy resumiendo los temas de la oposición, organizando el estudio, siendo capaz de resumir con buena letra, he ido a la biblioteca a por libros y pronto iré a estudiar, a escaparme de Dani, y el tiempo pasará y todo habrá quedado borroso, es lo que hace el tiempo, emborronarlo todo, especialmente algo como que te echen tres polvos sin significar tú nada pero tú estabas esperando algo así como algo de amor. 

No sé por qué tengo en la cabeza que este año voy a aprobar. En la práctica de pensar en el examen no, al revés, todo se enmaraña y cada parte me parece en excesivo difícil, pero existe en mi cabeza el convencimiento de que todo lo que pienso que me falta para el examen es en realidad un pánico irracional que llevo teniendo estos dos años que no me presenté y que, por tanto, basta. Soy demasiado inteligente para llevar esta puta vida de mierda, para vivir con 4 niñatos a los que no les importa si vivo o muero, para entrar en pánico con los trabajos de mierda a los que puedo o no puedo aspirar (porque me hago vieja), para estar contando los euros porque ahora hay un plan de ahorro y debe seguirse por el miedo al padre, siempre el miedo al padre. Hay también una sensación de que es el año definitivo. Cobraré el paro hasta mayo de 2026, el examen es en junio. Estaría todo a huevo. Seré capaz de ahorrar apretándome en cinturón y crear un pequeño colchón para cualquier cosa, incluida el fracaso en el examen. Curiosamente, la extremada presión para no volver a trabajar en otra cosa que no sea ya dar clases no me angustia de cara al estudio. Siento una mente sorprendentemente fuerte capaz de una retentiva que me admira. También soy muy responsable y neurótica. Yo misma soy mi peor crítica, le dije a Ana, y era verdad. Nada se me va a escapar en cuanto a no estar haciendo todo lo que habría que hacer. 

 ChatGPT me dijo un día que tenía que superar todas las barreras emocionales que tiene aparejadas este examen, además del pánico y del síndrome de la impostora. Se refería a las nefastas historias personales que tuve con esas dos hijas de puta tan influyentes en mi andadura. Elena en 2022 y Ana el resto de los años menos 2024. Pero sus fantasmas me persiguen. El aulario al que voy por conveniencia de espacio, distancia y servicios es el mismo al que iba con Elena en la recta final de 2022. Fuimos mayoritariamente al de Riazor, pero ya en mayo cuando los universitarios reclamaban su espacio, íbamos al de Joana Capdevielle en el campus de la UDC. Hay recuerdos en ambos aularios, muchos cigarros fumados, muchos cafés en las cafeterías colindantes, mucho vínculo creado a través de hablar de hombres, desamor, familias disfuncionales y miedo al trabajo y al futuro. Y también alcohol. Elena entendía mi lenguaje con el alcohol. Me sorprendía mucho cómo era capaz de emborracharse cada noche y estar tan fresca al día siguiente. Se sacó la plaza con un problema de alcoholismo leve. Y se la sacó en un año. Ese mismo verano me dejó de hablar. 

Ana, en cambio, está presente de manera más profunda, en mi propia psique opositora, deudora de la suya como mentora. En mi forma de estudiar, sin querer dejarme un epígrafe, esa manera killer de chaparse los temas ya la tenía yo, pero ella era igual en eso y decía que era clave para aprobar. Ciertos giros en los comentarios están instigados por su retórica más que erudita de charlatana que tienen los periodistas, pero que funcionaba a las mil maravillas. Bueno, eso no lo sabemos en realidad, lo que funciona o no funciona en en tribunal. Esa era su escuela y yo soy su discípula. ¿Acaso no se acordaba Platón de Sócrates? Mal ejemplo, porque Platón hablaba todo el rato de Sócrates. No es mi caso. Pero Ana está en los temas, en cada uno de ellos me parece escuchar su voz, en cada uno hay algo que me irrita por no estar bien redactado o explicado. Ana está en toda la idea de cómo será el examen, de cómo hay que hacer el examen. 

Lo bueno del tiempo, como decía, y de los cambios de fase, que destruyen la mente y la memoria como apisonadoras, es que ya no estoy cerca emocionalmente de su discurso de mierda sobre lo que hacía mal. Me alegra saber que aprobaron 3 de las que vienen conmigo, eso significa que estamos en un grupo selecto en cuanto a estar preparadas, más todo lo que podamos estudiar. Pero en ningún modo significa que tuviera razón con su puta mierda de filosofía de la letra con sangre entra. Conmigo no. Y no va a entrar, voy a ir al examen practicando lo máximo posible, haciendo los máximos comentarios que pueda, leyendo lo máximo que pueda, sin tener ningún feedback de puto nadie más que el día del examen y su fulminante nota. Sí, me he curado de Ana. Me he curado de Elena. Estoy sola en esto. Y soy perfectamente capaz. En realidad, siempre he sido perfectamente capaz.  

lunes, 22 de septiembre de 2025

Arrepentirse, odiarse, levantarse con una bilis negra entre los dientes, mareada, confusa, extraña...

 Arrepentirse, odiarse, levantarse con una bilis negra entre los dientes, mareada, confusa, extraña, su voz lo primero que escuchas al despertarte porque compartes piso con 4 personas y una de ellas desgraciadamente para ti y el tiempo que tardes en recomponerte, es él.

Por primera vez en mi puta vida, quizá por aquello de también soy capaz de aprender de los errores, yo nunca le di a Dani ni a nadie NEVER EVER EVER EVER ni una sola pista, un desliz de borracha, un indicio, un gesto del solo e inofensivo hecho de que me gusta mi compañero de piso de 23 años. 

Me encantó en cuanto entró, con su alegría, su efusividad, sus cosas de hetero básico que acaba de nacer, su afición por los videojuegos, su vida desordenada, y también su generosidad, su inteligencia a veces, que se me antojaba más pausada y desarrollada que los amigos que suele traer aquí. Un año llevaba Dani aquí y yo obviamente siempre lo vi, siempre lo observé desde la más humilde de las opciones como mujer. Mis sentimientos hacia él convivían a la perfección con el rol de compañero de piso, muy tamizados por el surrealismo de que pudiera pasar realmente algo por su cabeza como lo que yo sentía y pensaba de él, lo tenía al mismo nivel de agrado y sentirme bien cuando lo veía como se podría tener a un personaje de ficción. 

Lo que me pasaba con él era algo que existe y a la vez no existirá jamás nunca, algo pequeño, alegre y bonito que late en mi pecho cada vez que lo veo, cada vez que él está. Ese niño bonito al que querría tanto, al que besaría tanto, al que mimaría tanto... con esa energía suya fascinante y buena que vino a cambiar en gran parte las dinámicas de la casa. Y a entristecerme de cuando en cuando por no tener al menos 10 años menos. Por saber que alguien así sólo se conoce a esa edad, cuando hay tanto por aprender, cuando la vida no te ha jodido demasiado la puta cabeza, por saber que un tipo de amor como ese me está completamente negado desde el inicio mismo mío de empezar a concebirlo en mi triste y vapuleada cabeza de mujer vieja. 

Algo imposible, algo para no estropear jamás, una atalaya completamente cómoda y reconfortante del saberse no deseada por alguien que ni sospecha estos sentimientos, que por supuesto no son ni siquiera sexuales, porque yo en mi mente jamás podría concebir que él quisiese acostarse conmigo sin un miedo ATROZ a que no me quiera después de eso, claro que da igual la edad para ese tipo de sentimientos tan humanos y básicos, ya no puedo MÁS con esto de follarme a tíos que me ven como un pasatiempo. 

Pero yo caí. No sé en qué puto endemoniado momento de la noche pude haber caído así. Llevo un año controlando cada puta palabra, cada gesto que hago para NO MOSTRAR, porque sé. ¿Es relevante que te guste platónicamente tu compañero de piso de 23 años? Es igual de relevante que enamorarse de Raskolnikov. A nadie le dije esto, ni a Débora, ni a Marina, incluso cuando vinieron al piso. Les hice un ligero comentario, claro, mira, este es Dani, me hace gracia, me gusta un poco. Ellas entendieron, entendieron porque somos viejas y qué vamos a hacer si la vida nos relaciona con gente tan joven y además nos reta a desarrollar sentimientos que son sólo de una misma, que son completamente unilaterales porque antes muerta que confesarse a un niño de 23 años para que te utilice y te haga trizas el corazón mientras tú estás pensando como una imbécil que no, que la experiencia te hace grande y que lo puedes manejar tú a él. JA. 

No, ahora no puedo ni verle. Tras acostarnos tres noches seguidas (las correspondientes al finde), no ha pasado nada más. Durante el finde le han surgido gestos medio cariñosos como abrazarme o acercarse levemente a mí... que yo no sé cómo diantres interpretar. Supongo que no quiere que yo levante aquí un mal ambiente de la hostia después de lo que pasó con Ricky. Supongo que va a estar todo lo nice, polite y buen rollero que sabe y siempre ha sabido ser y estar. Y a mí me queda esta angustia dentro, de haberle dado mi cuerpo, de haberle confesado que me gustaba, de haberle dicho todo lo que siempre quise decirle y simplemente ya está. 

Esto es incontestable, inconsolable, inevitable, irremediable. Volveré a contarme a mí misma cuánto tiempo he tardado en regresar a mi atalaya donde Dani es un personaje ficcional, por el que imagino que seguiré sintiendo cosas. Ya que el hecho de que no quiera nada más conmigo es algo completamente natural y que tengo que entender razonablemente, pero ahora no, ahora no es el momento de entender razonablemente nada, ahora una sólo quiere mariposas y amor correspondido y que los cuentos peregrinos de amor a pesar de la diferencia de edad se cumplan. Ahora tendré que esconderme y sentir otra vez esta casa como un lugar peligroso, donde el daño emocional está al acecho, donde no hay amor para mí porque sexo y amor no tienen absolutamente nada que ver en este mundo. En este mundo en el que eres una mujer rota y te acuestas accidentalmente con hombres y luego vives con ataques de ansiedad y deseando que te trague la puta tierra cuanto antes. O poder largarte lejos, lejos y dejar todo esto atrás, aunque sea un desliz que ellos ya han olvidado y en el que no están por supuesto ni por asomo pensando en ello.  

jueves, 18 de septiembre de 2025

La lenta muerte del punkycar

El pasado 20 de agosto, estando mi coche tranquilamente aparcado, dos personas al parecer muy estúpidas, despistadas hasta rozar la imbecilidad, muy cansadas o quizá incluso drogadas, tuvieron un presunto aparatoso accidente y colisionaron con la parte de atrás de mi querido y doliente Opel Corsa del 2004, más conocido como el punkycar. 

La calle donde estaba el coche aparcado, larga como un día sin pan, tiene interés para el coruñés residente medio por sus aparcamientos en batería accesibles y cercanos a un punto neurálgico de la ciudad. La zona es relevante porque es limítrofe con una serie de barrios llenos de polígonos que anuncian los confines de lo habitable: fábricas, talleres, oficinas, gasolineras... no es el puto centro de Coruña, vamos. Así que estas dos personas subnormales las dos (aunque un despiste lo tiene cualquiera, vaya) imagino que chocaron intentando la una salir de culo estando aparcada al lado de MI COCHE y no viendo la otra absolutamente nada de lo que estaba pasando frente a sus narices, que ya es difícil, ¿no? 

Yo he tratado de ser empática aquí. Aparco en esa calle siempre porque hay sitio es tranquilo. Es cierto que al salir de culo y si se te pone un coche largo al lado no ves, pero hay que RELAJARSE, mover el puto cuello, usar el embrague y despacito, muy despacito. Y con respecto a la otra persona que debió de chocar yendo recto por la calle, no me lo explico, sin más. Siempre al conducir una espera o, al menos, mira los posibles movimientos de coches aparcando y demás, en fin. 

El coche lo han dejado hecho un Cristo y no porque esté horriblemente golpeado, sino porque ya no estaba muy bien y el golpe ha dejado renqueante toda la pieza trasera (porque al chocar por la derecha, con la inercia también se golpeó por la izquierda con el coche de al lado, que también tuvo su correspondiente bollo, UN CIRCO), entonces te pones a tocarla y se mueve, se tambalea. Ahora hay toda una movida legal desplegada entre las aseguradoras de todos los coches porque no se ponen de acuerdo ni se van a poner pronto, incluso puede que lo peleen en un juicio. 

 A todo esto, el coche necesitaba taller. Había cosas que fallaban. Yo no sé qué son, pero podía sentirlas al conducir, luego está el tema de los pilotos que se encienden cuando das el contacto, que jamás sabré si por eso hay que llevarlo o no, pero el último viaje que hice con él, a Chantada, hora y media, eso fue una agonía que se juntó con la resaca que tenía de haber estado toda la noche venga a chuzarme antes del viaje. Decidí dejarlo en stand by, aparcadito, hasta poder resolver el tema de pagar el taller y ahora ha pasado esto. 

He aprendido que cuando tienes un coche tan viejo, has de asumir que el momento de desguazarlo puede llegar súbitamente, y pasas de tener una carraca de coche a no tener coche. Es realmente una pérdida. Yo ya lo siento así, mientras el coche espera a que determinen dentro de 2 meses que no me lo arreglan, que me dan 300 euros y ciao. La verdad es que me da mucha pena. Yo el coche no lo necesito, desde que mi madre lo malcompró hace unos 6 años, siempre he vivido en ciudad y trabajado en ciudad. Claro es que marcó una diferencia, lo he llevado a muchísimos sitios, y a muchos más lo podría haber llevado si no me hubiera fallado el ánimo generalmente. Mi plan siempre fue recorrerme Galicia, y lo he conseguido en parte. Me jode. Era un coche muy yo. Pequeño, rasguñado, ligero, mecherito, ravero, con su cable para escuchar música que no hacía bien contacto, descuidado, algo sucio, el cenicero siempre a rebosar de colillas...

No voy a soltar ninguna frase de agradecimiento por haber tenido un coche o algo así. El coche lo van a declarar siniestro porque un par de gilipollas no saben conducir. Antes tenía una tartana, ahora no. Es una putada. Period. Y lo peor de todo es que no ha acabado, sigo esperando a que me tiren dos duros a la cara y TENER QUE llevarlo a un desguace y pasar por ese puto trauma yo sola. No, no me voy a poner en plan "la vida es así". ¿Qué fuckin' probabilidad había de que se chocaran a la altura de mi maldito coche? Es que ni queriendo. Lo que ha sido es una desgracia, como todo lo que me pasa. Esta es la primera de ellas que voy a contar.  

Seré, pues, como el monje budista

 Con la cara desencajada, borracha, en chándal, sin maquillar, trasnochada, desnortada, absurdamente locuaz. R. dijo ¨dale un beso¨, y él me...