Arrepentirse, odiarse, levantarse con una bilis negra entre los dientes, mareada, confusa, extraña, su voz lo primero que escuchas al despertarte porque compartes piso con 4 personas y una de ellas desgraciadamente para ti y el tiempo que tardes en recomponerte, es él.
Por primera vez en mi puta vida, quizá por aquello de también soy capaz de aprender de los errores, yo nunca le di a Dani ni a nadie NEVER EVER EVER EVER ni una sola pista, un desliz de borracha, un indicio, un gesto del solo e inofensivo hecho de que me gusta mi compañero de piso de 23 años.
Me encantó en cuanto entró, con su alegría, su efusividad, sus cosas de hetero básico que acaba de nacer, su afición por los videojuegos, su vida desordenada, y también su generosidad, su inteligencia a veces, que se me antojaba más pausada y desarrollada que los amigos que suele traer aquí. Un año llevaba Dani aquí y yo obviamente siempre lo vi, siempre lo observé desde la más humilde de las opciones como mujer. Mis sentimientos hacia él convivían a la perfección con el rol de compañero de piso, muy tamizados por el surrealismo de que pudiera pasar realmente algo por su cabeza como lo que yo sentía y pensaba de él, lo tenía al mismo nivel de agrado y sentirme bien cuando lo veía como se podría tener a un personaje de ficción.
Lo que me pasaba con él era algo que existe y a la vez no existirá jamás nunca, algo pequeño, alegre y bonito que late en mi pecho cada vez que lo veo, cada vez que él está. Ese niño bonito al que querría tanto, al que besaría tanto, al que mimaría tanto... con esa energía suya fascinante y buena que vino a cambiar en gran parte las dinámicas de la casa. Y a entristecerme de cuando en cuando por no tener al menos 10 años menos. Por saber que alguien así sólo se conoce a esa edad, cuando hay tanto por aprender, cuando la vida no te ha jodido demasiado la puta cabeza, por saber que un tipo de amor como ese me está completamente negado desde el inicio mismo mío de empezar a concebirlo en mi triste y vapuleada cabeza de mujer vieja.
Algo imposible, algo para no estropear jamás, una atalaya completamente cómoda y reconfortante del saberse no deseada por alguien que ni sospecha estos sentimientos, que por supuesto no son ni siquiera sexuales, porque yo en mi mente jamás podría concebir que él quisiese acostarse conmigo sin un miedo ATROZ a que no me quiera después de eso, claro que da igual la edad para ese tipo de sentimientos tan humanos y básicos, ya no puedo MÁS con esto de follarme a tíos que me ven como un pasatiempo.
Pero yo caí. No sé en qué puto endemoniado momento de la noche pude haber caído así. Llevo un año controlando cada puta palabra, cada gesto que hago para NO MOSTRAR, porque sé. ¿Es relevante que te guste platónicamente tu compañero de piso de 23 años? Es igual de relevante que enamorarse de Raskolnikov. A nadie le dije esto, ni a Débora, ni a Marina, incluso cuando vinieron al piso. Les hice un ligero comentario, claro, mira, este es Dani, me hace gracia, me gusta un poco. Ellas entendieron, entendieron porque somos viejas y qué vamos a hacer si la vida nos relaciona con gente tan joven y además nos reta a desarrollar sentimientos que son sólo de una misma, que son completamente unilaterales porque antes muerta que confesarse a un niño de 23 años para que te utilice y te haga trizas el corazón mientras tú estás pensando como una imbécil que no, que la experiencia te hace grande y que lo puedes manejar tú a él. JA.
No, ahora no puedo ni verle. Tras acostarnos tres noches seguidas (las correspondientes al finde), no ha pasado nada más. Durante el finde le han surgido gestos medio cariñosos como abrazarme o acercarse levemente a mí... que yo no sé cómo diantres interpretar. Supongo que no quiere que yo levante aquí un mal ambiente de la hostia después de lo que pasó con Ricky. Supongo que va a estar todo lo nice, polite y buen rollero que sabe y siempre ha sabido ser y estar. Y a mí me queda esta angustia dentro, de haberle dado mi cuerpo, de haberle confesado que me gustaba, de haberle dicho todo lo que siempre quise decirle y simplemente ya está.
Esto es incontestable, inconsolable, inevitable, irremediable. Volveré a contarme a mí misma cuánto tiempo he tardado en regresar a mi atalaya donde Dani es un personaje ficcional, por el que imagino que seguiré sintiendo cosas. Ya que el hecho de que no quiera nada más conmigo es algo completamente natural y que tengo que entender razonablemente, pero ahora no, ahora no es el momento de entender razonablemente nada, ahora una sólo quiere mariposas y amor correspondido y que los cuentos peregrinos de amor a pesar de la diferencia de edad se cumplan. Ahora tendré que esconderme y sentir otra vez esta casa como un lugar peligroso, donde el daño emocional está al acecho, donde no hay amor para mí porque sexo y amor no tienen absolutamente nada que ver en este mundo. En este mundo en el que eres una mujer rota y te acuestas accidentalmente con hombres y luego vives con ataques de ansiedad y deseando que te trague la puta tierra cuanto antes. O poder largarte lejos, lejos y dejar todo esto atrás, aunque sea un desliz que ellos ya han olvidado y en el que no están por supuesto ni por asomo pensando en ello.
No hay comentarios:
Publicar un comentario